Inmortalizada has quedado en mis amaneceres,
eterna y perdurable como la lluvia en el
invierno.
Fiel, inseparable en mis amargos llantos,
silenciosa y circunspecta en un rincón de mi
cuarto.
Allí, imperturbable ante mi dolor,
observas como vienen y se van,
nadie permanece igual que tú,
nadie, salvo tú, envejecerá a mi lado.
Menguaremos juntas a través del tiempo,
me marchitaré y tú serás compañía hasta mi tumba.
Testiga de mis manos vacías y mi corazón
atribulado,
¡Cuántas noches abrazada a ti, cobijada por tu
manto!
No te desprecio, ¿sabes?, creo que me haces un
favor.
Evitas dolorosas despedidas, amargas disputas,
humillantes e indignas escenas suplicantes,
Besos, sexo, soluciones pasajeras y un inevitable
adiós.
Mas ya no quiero tu aliento inerte frente a mi
rostro,
ni tu mirada absorta clavada en mis ojos,
ni tus manos frías abrazando mi cintura,
ni tus dedos flacos recorriendo mi delgada
figura...
No te necesito, pero no seré desagradecida,
dame tiempo para pensar, para elegir,
para sentir que puedo seguir contigo,
juntas de la mano, Soledad, amada mía!!
Katerine B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario