martes, 26 de diciembre de 2017

PALABRAS PARA CUALQUIERA

Entre más te quiero menos escribo
Y sufren las letras que ya no salen
Entre más te amo menos me inspiro
Y algún poema triste muere por no ser dicho.

Ya no hay fuente de tristeza, casi nunca
mas si escribo es porque vuelve la duda
Si vuelve el poema ha vuelto la sombra
Solo me invaden las letras de la zozobra.

Mis palabras aunque mal dichas
No hieren tanto como aquellas que creí mías
las que dedicas a otros ojos en pocas líneas
esas frases bellas que pretendía exclusivas.

Descubro una vez más la melancolía
Me enredo de nuevo entre la mentira
Una mentira que puede ser mentira
Un asomo de duda que me aniquila.

De amor, mis palabras solo tuyas
De amor, para cualquiera en tu boca
No sabes que mi cuerpo se agota
Quizá es momento de que huyas.

¿O de que huyamos los dos?
Yo prisionera en tu amor, ciega ante todo
Tú, ciego de lo que soy, libre ante todo
Entre tanto el amor se nos cubre de lodo.

Y las oportunidades se marchitan
Y mis sentidos en la ira se agitan
solo el silencio grita desde adentro
solo el llanto es mi lenguaje perfecto.


K.B.


miércoles, 20 de septiembre de 2017

NO ERES TÚ

No eres tú, es el karma de ser quien soy
El no ser nada queriendo ser algo
Y sobrellevar el vacío que lo envuelve todo
Y que asfixia el aire que ya casi no respiro

No eres tú, ni el amor que me profesas,
Es el amor que no me tengo en mis penumbras
El que olvido darme cuando me siento muerta
Aunque intentes revivirme una y otra vez

No eres tú, ni soy yo, porque a veces no me encuentro
No siempre sé quién soy al levantarme, ni al dormir
Un cúmulo de automisericordia que me pudre
Un montón de piezas rotas armadas para ti

No eres tú, son tus manos sin las que perdida estaría
Ese temor infinito por no tocarlas más un día
Porque las mías no me bastan para crear felicidad
La piel de mis manos tus huellas tienen grabadas

El culpable es el dolor que no existe
Es el amor que pensé inconcebible
Es el hábito del sufrimiento que no huía
Es la poca esperanza que antes no conocía.


K.B.

domingo, 21 de mayo de 2017

SUCIEDAD

Sentada en la mitad de un patio sucio, con el corazón sucio 
y olor del tabaco en la ropa, contemplando la nada en medio de todo 
y sintiendo como la mentira carcome sus buenas intenciones.

Hallándose inquieta en una perfecta inmovilidad, 
en un desasosiego pútrido y doloroso, escuchando las voces 
que se habían acallado hacia tiempo en su interior.

Dándose al olvido, queriendo recordar por siempre sus horas felices, 
guardando su ingenuidad en un baúl sin llave, como quien tira su vida a un abismo
del que jamás podrá salir, si es que puede continuar viviendo.

Sentada en la mitad de un patio sucio que quiere limpiar, 
aunque no pueda deshacerse de las manchas en su alma, 
aunque sus intentos fallidos le otorgaran la esperanza, era mejor consumirse, 
abnegarse, rendirse y seguir envenándose en el humo de su cigarro.

K.B.


martes, 14 de marzo de 2017

DUDAR

Cerré los ojos ante la evidencia, le concedí una prórroga al dolor.
Le otorgué a mi conciencia el peso de la duda, ínfima y eterna, la duda que destroza.
La duda que sangra dentro del pecho y se coagula aprisionando el corazón.
Alargando el camino de descenso hacia la derrota he fingido que mi fe es suficiente.
¿Cuál fe? de cierto he de decir que esa tal no existe, solo la ceguera ante lo hiriente.

El regocijo hipócrita ante la dulce y piadosa mentira se torna más sucio a cada minuto.

K.B.




martes, 14 de febrero de 2017

CARTAS DESDE EL CUARTO

Este suicidio diario amenaza con tu vida. Mi melancolía es un asesino serial y silencioso. Quisiera pedirte que salieras sin decir adiós, pero sé que querré un último beso. En el fondo, jamás querría nada que fuera lo último contigo. Pero muero, me entierro en mis pesadillas, en mis sombras, en ese cuarto sombrío que había cerrado, pero que visito de vez en cuando para aislarme de los murmullos humanos y las risas de aquellos que simulan ser felices. ¿Sabes? Contigo he sido feliz, no mentiría. Solo temo que un día no soportes más mi perniciosa ambición de no sentir demasiado. 
Tú no lo sabes, no sabes cuánto lucho, en vano, infructuosamente, como lucha un insecto por escapar de la telaraña, pretendiendo huir del amor en que me hallo atrapada. La vida me pesa un poco, no sabes de mi cansancio, de mis penas, y de todo aquello que olvido cuando estás a mi lado, por eso no lo sabes. Por eso puede que me ames, porque no has entrado en ese cuarto oscuro de lamentos nocturnos, no has sentido los gusanos arrastrarse por tu piel, no has oído los sollozos del pasado como estruendo en tu cabeza. Por eso puede que te ame, porque sueles evitar que pase mucho tiempo allí encerrada y salgo al mundo de dónde has venido y me has dado motivos para quedarme aquí. Mas no evitas que camine aún por las sendas empedradas que raspaban mis rodillas, y miro a través de mi camino hacia atrás, con la mirada orgullosa de quien ama sus raíces y sus heridas. Amo mis heridas, solo por ellas puedo darte un poco más de mí, un poco más de lo que antes di. 
¿Te has sentido cansado? ¿Has cerrado tus ojos esperando no abrirlos más? Me desharé de la llave que me adentra en aquel lugar, seguro, algún día. Hoy solo no toquen a la puerta, temo que se abra y sus horrores sean homicidas. Mañana querré simplemente no volver, así como hoy no quiero volver, no quiero la vida real, no quiero la rutina que me embebe en un siniestro aburrimiento de obligadas acciones sociales. Anhelo la ausencia de sonidos mas todo me envuelve, me aturde y creo desvariar.
Silencio, soledad, este es mi eco, una dosis de algo pudiera probar, no tengo nada, de entre todos mis vicios solo estas letras manchadas de cenizas puedo mencionar. Y mi cigarro…y quizá, tus ojos…


K.B.

martes, 27 de diciembre de 2016

TÁRTARO



Caer, derrumbarse, tocar el fondo y volver,

como las hojas secas, llevadas y arrastradas,

ancladas entre el suelo y las rejillas oxidadas,

al final pisoteadas y hechas polvo para perecer.

Desvanecerse en negras sombras al amanecer,

desplomarse abatido sobre el suelo que te ansía,

hundirse cual glaciar al cual el hielo ya no enfría,

fluir como el agua, para el mundo y la vida recorrer.

Caer, derrumbarse, tocar el fondo y volver!

y de los infaustos y sombríos abismos descender,

con el viento en contra, golpeando tu fachada,

dejando hacia abajo caer tu sangrienta babeada.

Derribarse en la lona después de la ardua pelea,

caer como el detrito y el despojo del trasero mundano,

volviendo a la tierra como abono de algo menos vano,

y creciendo verde para que te traguen los de peor ralea.

K.B.

sábado, 16 de enero de 2016

DEPRAVACIÓN

Aquella madrugada, le vio de nuevo por el delgado espacio que quedaba entre la cortina. Pero esta vez fingió que no. Pensó llamar la policía, pero finalmente nada funcionaba como debiera en la ciudad. Los locos están sueltos, los policías rascándose las bolas. Una nube de pensamientos le invadieron y simplemente dejó caer su toalla y empezó a frotar la crema por sus piernas. Luego tomó su loción de brillantes para el pecho y la sobaba suavemente sintiendo el morbo sobre ella. Era enfermo, lo sabía. Era enfermo su proceder. Podría estar frente a un demente, o un brujo, o un ladrón. Todo era incierto.

Lo único que sabía en ese momento, es que hacía días no tenía un encuentro sexual y saberse observada quién sabe de qué modo le había excitado la mente mientras se bañaba. Días antes solo pensaba en como verle la cara mientras lo llevaban esposado y su madre le escupía la cara mentándole la calavera de su abuela. Pero nada fue así, y ¿si abría la ventana y dejaba que tocase al menos sus pechos o pasase su lengua por ellos durante un minuto? ¿Y si le calmaba la obsesión con 10 minutos de sexo? De nuevo se sintió enferma y asquerosa con un sometimiento morboso a sus fantasías.

Ahora sentía miedo, vio el reflejo de un flash en el vidrio y supo que el hombre estaba guardando un pequeño recuerdo de su locura  y simplemente salió del cuarto para vestirse fuera. Pero su lujuria había llegado a un punto en el cual no podía retroceder ya y recostándose sobre  una pared posó sus manos con fuerza entre sus piernas y con bruscos movimientos consiguió uno de los orgasmos más satisfactorios de sus últimos tiempos.


El sonido de una moto le alertó y salió de aquella visión violenta y depravada en que se halló sumergida mientras se venía con las manos húmedas y profundas. No solo era la moto, eran los gritos de su madre que lo había ahuyentado y mencionaba cuanta palabra soez existía y se le ocurría. Fingió alterarse como si no supiera de su presencia y denotó la preocupación del caso, terminó de vestirse, tomó su café y salió de casa tranquilizando a su madre, “ciertamente  atraparemos un día de estos a ese desgraciado”.

K.B.